“CUANDO LOS HOMBRES DUERMEN”

“pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue.” Mateo 13:25

 

Cuenta la historia que Alejandro el Magno, rey de Macedonia y uno de los más grandes generales de todos los tiempos, un día estando de campaña perdió el sueño y decidió dar un paseo por el campamento en horas de la madrugada. Mientras caminaba encontró a un soldado dormido que estaba de guardia. Esa era una falta grave que se pagaba con una muerte terrible, morir quemado. El rey le preguntó al soldado: “¿sabes cuál es la condena por quedarse dormido cuando se esta de guardia?” el pobre soldado comenzó a temblar de miedo y le dijo: “sí señor, la muerte”. A continuación el monarca le preguntó: “Soldado, ¿Cuál es su nombre?” “Alejandro, señor”. Alejandro el grande repitió la pregunta: “¿cuál es tu nombre?”, “mi nombre es Alejandro, señor”, repitió el soldado. Una tercera vez y en voz más alta y atemorizante el rey dijo: “¿Cuál es tu nombre soldado.” Humillado el hombre respondió: “mi nombre es Alejandro, señor.” Entonces, Alejandro el grande, mirando fijamente a los ojos del soldado le dijo: “¡O te cambias el nombre o cambias de conducta!” Resaltando que un soldado llamado Alejandro no podía ser un dormilón irresponsable que pusiera en peligro la vida de todos sus compañeros.

 

Hoy quiero hablarles sobre una de las parábolas narradas por Jesús en Mateo 13 y que comienza así: “Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue.” (24,25) Les pregunto ¿por qué pudo el enemigo sembrar la cizaña en el campo sembrado con buena semilla? Para mi la respuesta es ¡Porque los hombres dormían! ¿Qué sucede cuando el cristiano se “duerme”? Muchas cosas y todas malas. Es habitual que la cizaña albergue hongos que intoxican la planta. El consumo de estos granos y de harinas que incluyan cizaña resulta perjudicial para todos los animales, produciendo sopor, náuseas, convulsiones, e incluso la muerte, excepto para las aves que pueden consumirla. La enseñanza para nosotros en este día es que debemos estar conscientes de que tenemos un enemigo al cual el Señor le llama diablo (Mateo 13:39) en griego diabolos que significa “acusador, calumniador” (de diaballo, acusar, calumniar). Aquí nos dice que la forma en que entra el enemigo de las almas es mientras estamos “dormidos”, de “noche”, y que también hace su maléfico trabajo de forma encubierta entre los hijos de Dios. Como nos advierte Pedro: “Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras…” (2 Pedro 2:1) ¡Dios nos ayude a estar siempre velando por nuestras vidas, familia e iglesia! Amén.

 

 

 

 

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